Cicatrices del alma (2005)

En el opulento barrio de Miraflores, Julián y Clara encarnan la perfección burguesa que oculta una guerra silenciosa. Lo que comenzó como discrepancias matrimoniales sobre protocolos sociales se transformó en una batalla campal por la hegemonía doméstica. Los diálogos cortantes sustituyeron a las palabras de amor, mientras los objetos de valor se convertían en proyectiles durante sus enfrentamientos. La escalada de violencia doméstica en parejas de élite se manifestaba en sutiles heridas bajo las costosas prendas y en miradas que destilaban resentimiento acumulado. El conflicto conyugal alcanzó su punto crítico cuando las humillaciones públicas desbordaron los límites de la mansión. Las secuelas del maltrato psicológico comenzaron a filtrarse en sus círculos sociales, poniendo en jaque reputaciones cuidadosamente construidas. Su pequeño hijo Daniel se transformó en testigo involuntario de este drama familiar, desarrollando mutismo selectivo como mecanismo de defensa ante la constante tensión. El desenlace de esta relación tóxica se precipitó durante una gala benéfica donde los insultos trascendieron el ámbito privado. La decisión de separación surgió como único camino posible, aunque las consecuencias emocionales para el niño permanecerían como cicatrices indelebles. Mientras empacan maletas en habitaciones separadas, ambos comprenden que el verdadero precio de su guerra particular lo pagará quien nunca eligió participar en ella. La custodia compartida se establece sobre cimientos de resentimiento, con Daniel alternando entre dos hogares lujosos pero vacíos. Las heridas emocionales en la infancia se profundizan con cada cambio de residencia, mientras sus padres continúan librando batallas legales que reproducen los mismos patrones de destrucción que provocaron el colapso matrimonial..

Cicatrices