Cupid's Proxy (2017)

En el corazón de una ciudad que nunca duerme, Rebecca Murphy construyó un mundo que sí lo hace, un universo doméstico donde las melodías del piano de su hijo Justin llenan los espacios que dejó la pérdida. Esta madre viuda ha tejido cuidadosamente una realidad donde el amor romántico es una reliquia del pasado, una emoción que pertenece a otras personas pero no a ella. Su existencia gira exclusivamente alrededor del talento musical de su hijo de doce años, un prodigio que no conserva recuerdos de su padre fallecido. La vida de Rebecca transcurre entre el trabajo, los recitales de piano y las cenas silenciosas, hasta que el director de la escuela de música de Justin interviene con una preocupación profesional: el joven necesita un mentor masculino que guíe su desarrollo artístico. Lo que comienza como una simple búsqueda de un tutor musical para niños prodigio se transforma en un viaje emocional que Rebecca nunca anticipó. Cuando David, un compositor semi-retirado con su propio equipaje emocional, entra en sus vidas, la rígida estructura del mundo de Rebecca comienza a mostrar grietas. Justin florece bajo la tutela de David, desarrollando no solo su técnica musical sino también explorando la conexión entre música y emociones de formas que Rebecca no podía proporcionarle. Mientras las notas del piano de Justin llenan la casa con mayor profundidad emocional, Rebecca se encuentra observando no solo la transformación de su hijo, sino los ecos de cambio dentro de sí misma. La llegada de David despierta preguntas que Rebecca había enterrado hacía años, cuestionando si al proteger a Justin de más pérdidas, en realidad lo estaba privando de ganar algo invaluable. La narrativa explora cómo superar el duelo a través del arte sin forzar soluciones, mostrando cómo tres almas fracturadas encuentran en la música un lenguaje común. A través de duetos de piano y conversaciones frente a la chimenea, esta familia inesperada descubre que las segundas oportunidades a menudo llegan disfrazadas de circunstancias imprevistas, y que el corazón humano, como la mejor composición musical, contiene espacio para múltiples movimientos.