DinoGator (2024)

Cuando la banda de rock subterránea "Criptonita" elige un remoto pantano de Luisiana para grabar su polémico videoclip "Evolución Distorsionada", ignoran que están invadiendo el territorio de una ancestral aberración genética. Mientras los músicos montan su escenario flotante entre cipreses cubiertos de musgo, sus guitarras eléctricas emiten frecuencias que despiertan a DinoGator, un híbrido prehistórico que duerme en las profundidades del ecosistema. La criatura, producto de experimentos genéticos de la Guerra Fría, combina la ferocidad de un tiranosaurio con la adaptabilidad acuática de un caimán, emergiendo como una pesadilla evolutiva que desafía las leyes de la naturaleza. La filmación se convierte en caos cuando el director artístico desaparece durante la grabación de un plano submarino, seguido por el sistemático sabotaje del equipo de sonido. Los músicos inicialmente atribuyen los incidentes a sabotaje de la competencia, hasta que el bajista presencia cómo una cola escamosa arrastra consigo la consola de mezclas. Atrapados en medio del pantano con equipos dañados y señal intermitente, deben emplear sus instrumentos como armas improvisadas, descubriendo que ciertas frecuencias musicales afectan la sensibilidad auditiva de la criatura. La tensión escala entre escenas de terror absurdo, como cuando la vocalista esquiva mandíbulas dentadas mientras mantiene una nota aguda que paraliza momentáneamente al depredador, o cuando el baterista utiliza sus platillos como proyectiles contra la piel blindada del monstruo. Esta lucha por la supervivencia se transforma en un espectáculo surrealista donde los acordes de rock se entrelazan con rugidos primitivos, creando un enfrentamiento único entre la creatividad humana y la evolución desbocada. Mientras la luna llena se refleja en las aguas oscuras, los músicos comprenden que su videoclip se ha convertido en un documental no planificado sobre la tenue línea entre el avance científico.