El Embrujo de Fátima (2015)

En la apacible soledad de su residencia, Fátima experimenta una inquietante transformación atmosférica tras la partida de su esposo por compromisos laborales. Lo que inicialmente parecían simples ruidos domésticos se convierte en una sucesión de fenómenos inexplicables que alteran la tranquilidad del hogar. La protagonista comienza a percibir movimientos periféricos que se desvanecen al girar la cabeza y sus objetos personales aparecen sistemáticamente reubicados en sitios insólitos. El descubrimiento de un atado de hierbas secas oculto tras el armario principal marca el punto de inflexión en esta experiencia paranormal. A este hallazgo le siguen otros igualmente perturbadores: símbolos geométricos grabados en los marcos de las ventanas y pequeños recipientes de barro conteniendo sustancias de aroma acre. Estos elementos de brujería tradicional aparecen estratégicamente colocados en distintos ambientes de la vivienda, sugiriendo un patrón ritualístico que Fátima no logra descifrar. Las noches se transforman en un suplicio interminable donde los susurros provenientes de las paredes aumentan en intensidad y claridad. La sensación de ser observada se intensifica hasta volverse insoportable, mientras las sombras adoptan formas humanoides que parecen interactuar con su entorno. La incredulidad inicial de Fátima se resquebraja progresivamente ante la evidencia tangible de que su hogar ha sido consagrado a fuerzas ancestrales que ahora demandan reconocimiento. La tensión alcanza su clímax cuando Fátima comprende que estos rituales de brujería constituyen solo la fase inicial de un proceso destinado a trascender el plano espiritual. La presencia etérea manifiesta una voluntad específica que va más allá de la mera manifestación, estableciendo las bases para un enfrentamiento donde la realidad cotidiana y el mundo oculto colisionan irrevocablemente en el escenario doméstico..

El embrujo de Fátima