El faro (2019)

En un remoto islote de la costa de Nueva Inglaterra durante el ocaso del siglo XIX, dos guardianes del faro se enfrentan a una realidad que se desmorona. El veterano Thomas, con décadas de servicio en su espalda, y el joven aprendiz Elias, arriban a su turno de cuatro semanas en la solitaria atalaya. Lo que prometía ser una rutina de mantenimiento y vigilia se transforma en una espiral de fenómenos inexplicables que desafían la cordura. Las tormentas que azotan el peñasco parecen responder a patrones antinaturales, mientras las luces del faro proyectan sombras que no coinciden con ningún objeto conocido. La tensión crece entre ambos hombres atrapados por la climatología extrema, donde cada susurro del viento carga con ecos de antiguas leyendas marineras. Elias comienza a documentar anomalías en el diario de bitácora: mareas que retroceden contra las leyes naturales, criaturas marinas que emergen en formaciones imposibles. Thomas, por su parte, insiste en seguir los protocolos establecidos, aunque su conocimiento del faro esconde secretos que se niega a compartir. La estructura metálica de la torre se convierte en un personaje más, crujiendo con una cadencia que semeja respiraciones profundas durante la noche. A medida que los días se dilatan en una niebla temporal, ambos guardianes descubren que el faro no solo guía barcos, sino que parece atraer entidades de dimensiones desconocidas. La dualidad entre la luz y la sombra se manifiesta en visiones que borran los límites entre la vigilia y el sueño. El aislamiento en la isla deshabitada se transforma en una prisión psicológica donde cada hombre debe confrontar sus propios demonios mientras el mecanismo rotatorio del faro genera patrones hipnóticos. La narrativa explora cómo la soledad absoluta puede distorsionar la percepción de la realidad, dejando abierta la cuestión sobre si los fenómenos sobrenaturales son producto de la mente humana o manifestaciones de un universo paralelo que se filtra através de la potente l.