No todos pudimos madurar (2021)

Una notificación inesperada en redes sociales despierta fantasmas del pasado cuando Javier, un arquitecto cuarentón atrapado en la monotonía contemporánea, recibe una solicitud de amistad de Elena, su primer amor universitario. Este simple clic desencadena un viaje sensorial hacia 1995, cuando Barcelona se preparaba para los Juegos Olímpicos y la vida olía a salitre y posibilidades. La narrativa se sumerge en aquellos días de cassettes compartidos y miradas furtivas en aulas iluminadas por el sol mediterráneo, donde dos jóvenes construyeron un amor que creían indestructible. El reencuentro digital desentierra memorias sepultadas por dos décadas de compromisos adultos: las tardes robadas en bunkers abandonados con vista al mar, las promesas susurradas durante conciertos de rock alternativo, y aquel verano donde cada atardecer pintaba el cielo de colores que jamás se repetirían. Mientras Javier navega entre el presente gris de reuniones de Zoom y el pasado vibrante de conversaciones hasta el amanecer, la historia explora cómo los caminos que no tomamos continúan habitándonos. Esta exploración de segundas oportunidades en la era digital revela que algunos fuegos nunca se apagan completamente, solo aguardan bajo las cenizas de la rutina. La trama teje simultáneamente dos líneas temporales que dialogan entre sí: la urgencia juvenil frente a la cautela madura, los planes ambiciosos contra las realidades ajustadas, y el contraste entre la conexión inmediata del presente versus la intimidad paciente de los noventa. A través de esta historia sobre reencontrar amores del pasado en la era digital, descubrimos que ciertas llamas permanecen latentes, esperando solo una chispa para volver a arder con la intensidad que creímos perdida..

Bokutachi wa minna otona ni narenakatta