Sorry, Charlie (2023)

En las profundidades de la noche, mientras la ciudad duerme, Charlie descubre que el voluntariado en líneas de ayuda puede convertirse en una pesadilla palpable. Lo que comenzó como un servicio comunitario para asistir a personas en crisis se transforma en una lucha por la supervivencia cuando recibe una llamada que desafía toda lógica. Al otro lado de la línea, un llanto infantil desgarrador resuena de manera persistente, pero algo en su tonalidad resulta inquietantemente artificial. La ambientación se desarrolla en un apartamento aislado donde Charlie trabaja como operador remoto, rodeado únicamente por el resplandor de sus monitores y el silencio de la madrugada. Cada llamada con la grabación del bebé llorando parece provenir de ubicaciones diferentes, como si alguien estuviera probando respuestas en distintos vecindarios. Pronto comprende que no se trata de una broma pesada sino de una estrategia meticulosa diseñada por un individuo que emplea sonidos familiares para violar la seguridad doméstica. A medida que el acosador perfecciona su metodología, Charlie se ve atrapado en un juego psicológico donde debe descifrar los patrones detrás de estos ataques telefónicos. El conflicto escala cuando descubre que otras voluntarias han experimentado situaciones similares antes de desaparecer misteriosamente. La línea entre ayudar y convertirse en víctima se desdibaja mientras intenta prevenir que más mujeres caigan en esta trampa auditiva, sin saber que el depredador ya ha identificado su ubicación. La tensión se mantiene constante mientras Charlie enfrenta este peligro que utiliza tecnología sencilla con consecuencias devastadoras, explorando cómo la confianza en los sistemas de apoyo puede ser manipulada para fines siniestros. El suspenso crece con cada llamada, transformando sonidos cotidianos en presagios de terror inminente que desafían la percepción de seguridad en los espacios más íntimos..