The Killgrin (2024)

En las profundidades del duelo, Miranda busca consuelo en territorios espirituales desconocidos, alejándose de los caminos convencionales de sanación. Su búsqueda la lleva hasta un místico sanador que revela una verdad aterradora: una entidad parasitaria conocida como "The Killgrin" se ha adherido a su campo energético. Esta presencia siniestra, que se manifiesta como una sonrisa espectral, prospera alimentándose de su angustia emocional, convirtiendo cada momento de dolor en combustible para su crecimiento. La infección en el aura de Miranda representa más que una simple aflicción espiritual, transformándose en un parásito emocional que distorsiona su realidad. A medida que The Killgrin fortalece su control, Miranda experimenta fenómenos perturbadores que desafían toda explicación lógica. Sus sueños se convierten en paisajes de pesadilla donde criaturas etéreas se alimentan de sus recuerdos más dolorosos. En su vida cotidiana, comienza a percibir suspiros en la quietud de la noche y sombras que adoptan formas grotescas en los bordes de su visión periférica. La entidad demuestra una capacidad aterradora para manipular su entorno físico, haciendo que los espejos reflejen versiones distorsionadas de su yo atormentado. El conflicto central se intensifica cuando Miranda comprende que su lucha contra esta oscuridad espiritual requiere enfrentar el trauma que alimenta a la entidad. Cada intento de resistencia parece fortalecer la conexión parasitaria, creando un ciclo vicioso donde su determinación de superar el dolor termina generando más sustento para su opresor. La batalla se desarrolla en dos frentes: el mundo tangible donde los fenómenos paranormales se vuelven cada vez más intrusivos, y el reino espiritual donde debe reclamar el control de su propia energía vital antes de que la sonrisa asesina consuma completamente su esencia..