Viajeros: Perdidos en el tiempo (2022)

En un barrio suburbano donde la realidad parece haberse estancado, Leo, un niño de once años con una imaginación desbordante, enfrenta la ausencia de su padre y su mejor amigo con una convicción inquebrantable: ambos han quedado atrapados en los pliegues del tiempo. Convencido de que los adultos subestiman el poder de lo invisible, el pequeño protagonista comienza a construir en su garaje lo que denomina "el transductor temporal", un artefacto fascinante creado con componentes electrónicos reciclados y diagramas trazados en cuadernos escolares. La narrativa se desarrolla entre destellos de recuerdos familiares y las teorías que Leo desarrolla sobre los viajes interdimensionales, sugiriendo que ciertas puertas temporales pueden abrirse mediante resonancias emocionales. Cada noche, mientras su madre trabaja en el turno nocturno, el niño perfecciona su invento entre chispas de creatividad y latas de sopa fría, siguiendo pistas que cree haber descubierto en las anotaciones marginales de los libros de ciencia que pertenecieron a su progenitor. La trama adquiere complejidad cuando fenómenos inexplicables comienzan a manifestarse en la casa: fotografías que cambian su composición, ecos de risas familiares en habitaciones vacías y extrañas interferencias en todos los dispositivos electrónicos. Leo interpreta estas anomalías como señales confirmatorias de que su teoría sobre el viaje temporal casero es correcta, intensificando sus esfuerzos mientras lidia con el escepticismo de sus maestros y la preocupación de trabajadores sociales. El clímax se aproxima cuando el mecanismo muestra indicios de activación verdadera, generando vortex energéticos que distorsionan la realidad inmediata y plantean preguntas fundamentales sobre los límites entre la imaginación infantil y las leyes físicas universales, todo mientras explora profundamente los lazos familiares que trascienden las barreras temporales..